Esta frase que da título al artículo, por muy manida que esté, no deja de ser cierta.
Y si no, piensa en el ambiente de tu oficina. Seguramente hay algún compañero, jefe o subordinado al que admiras, que ilumina la sala del café cada vez que entra en ella sonriendo o que es tan eficiente que secretamente lo envidias por la capacidad de sacar adelante el proyecto más complicado sin pestañear.
Lo contrario algunas veces también es verdad: hay un elemento tóxico, que no cumple plazos y así retrasa al resto del equipo, que se cree muy gracioso pero que sin embargo ofende con sus bromas continuamente, que tiene siempre una actitud tan sombría que amarga el día a cualquiera. Afortunadamente, éstos son los...